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COVID Y PANDEMIAS

Juan Domingo Perón, el medio ambiente y los animales
(o sobre si se puede ser individualista, negador del cambio climático y defender a los animales)

Mónica B. Cragnolini

Juan Domingo Perón fue uno de los estadistas latinoamericanos pioneros en visualizar y presentar los problemas del medio ambiente y el cambio climático. Desde su exilio en Madrid, en 1972, dirigió su “Mensaje ambiental a los pueblos y gobiernos del mundo” (1), mensaje que ya tiene más de cincuenta años, pero que señala problemas que aún siguen sumamente vigentes y a los que, en cinco décadas, no se les ha prestado la suficiente atención, más allá de su enunciación a través de organismos internacionales. En ese mensaje, recuerda cómo treinta años atrás había anunciado “la Tercera Posición en defensa de la soberanía y autodeterminación de las pequeñas naciones”, naciones que constituyen el tercer mundo. Pero el peligro al que se refiere en 1972 afecta a toda la humanidad y a su supervivencia:

Creemos que ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobreestimación de la tecnología, y de la necesidad de invertir de inmediato la dirección de esta marcha, a través de una acción mancomunada internacional.

Perón destaca que el existente humano no puede ser concebido por fuera del medio ambiente, y que es una fuerza biológica poderosa. Y el fantasma que recorre el mundo es ahora “el hombre”, que vive derrochando en una sociedad de consumo que es posible gracias al sufrimiento de millones de vidas. En este sentido, señala de qué modo ha crecido el uso del automóvil, con su contaminación y la no sustitución por autos eléctricos, el despilfarro de agua dulce, la liquidación de aguas profundas que ha convertido en desierto a diferentes partes del mundo, la erosión de los suelos y su pretendido “arreglo” con elementos químicos, la extinción de especies animales terrestres y marinas, la explosión demográfica, la carrera armamentista:

En el curso del último siglo el ser humano ha exterminado cerca de doscientas especies animales terrestres. Ahora ha pasado a liquidar las especies marinas. Aparte de los efectos de la pesca excesiva, amplias zonas de los océanos, especialmente costeras, ya han sido convertidas en cementerios de peces y crustáceos, tanto por los desperdicios arrojados como por el petróleo involuntariamente derramado. Solo el petróleo liberado por los buques cisterna hundidos ha matado en la última década cerca de 600.000 millones de peces. Sin embargo seguimos arrojando al mar más desechos que nunca, perforamos miles de pozos petrolíferos en el mar o sus costas y ampliamos al infinito el tonelaje de los petroleros sin tomar medidas de protección de la fauna y la flora marinas.

Frente al “suicidio colectivo” en que está empeñada la humanidad, Perón propone, en primer lugar una “revolución mental”, y el surgimiento de una perdida convivencia biológica dentro de la humanidad y entre la humanidad y el resto de la naturaleza. Esta revolución mental implica muchas cuestiones: el hombre debe comprender que no puede reemplazar a la naturaleza en su ciclo biológico, el lucro y el despilfarro no pueden seguir siendo los motores de la economía y la producción, los estados deben cuidar sus recursos naturales teniendo en cuenta el valor de lo colectivo. En todo momento, Perón señala la relevancia de la justicia social para pensar estas cuestiones que van más allá de diferencias ideológicas, y por eso ve la lucha contra la contaminación, el hacinamiento, la destrucción del planeta, como una tarea que deben asumir todos los gobiernos del mundo. Y dedica un apartado a los países del tercer mundo, que son objeto de deseo, en sus recursos naturales, de los grandes monopolios.


Hice referencia al modo en que Perón tenía clara la cuestión de la devastación de la tierra por parte del existente humano, porque me interesa destacar otro aspecto en su política, vinculado con el tema animal. Se suele señalar que Perón era un amante de los animales por la constante presencia de animales de compañía a su alrededor (sobre todo, los perros caniches, a los que denominaba “los bandidos”) (2). Sin embargo, lo más relevante es lo que hizo por los otros animales a nivel de políticas públicas.


Desde 1946 estuvo intentando impulsar una ley de protección de los animales: quiso ampliar y mejorar la Ley Sarmiento (Ley 2786) (3), pero no le fue posible. Su propuesta apuntaba a crear un órgano de aplicación que se ocupase del maltrato animal. En 1951 presentó un proyecto para prohibir los espectáculos con animales, pero no tuvo éxito. En 1953 el diputado Antonio Benítez fue encomendado para lograr consenso en una ley de carácter penal. En 1954 lo logró con la ley 14346 (4), que trae consigo la novedad de incluir en el ámbito de lo penal (y no de lo civil) el tema del maltrato animal. El proyecto suponía tres años de prisión para los maltratadores de animales, sin embargo, se redujo la pena a un año. Esto aconteció porque los miembros del poder legislativo consideraban que la pena no podía ser mayor a aquella que se daba a quien había generado un perjuicio en un bien mueble. Si bien Perón logró que los animales sean considerados mucho más que una mera propiedad, eso no cambió la mentalidad de quienes seguían considerándolos de ese modo.


Presenté el aspecto pionero de Perón en la lucha por el medio ambiente y su preocupación por los animales en el contexto de la justicia social, porque, de alguna manera, deseaba plantear que quien no respeta a los otros existentes humanos, tampoco puede respetar a los animales. Porque tanto los animales humanos como los otros animales, son esos otros que merecen respeto. Y el respeto a la otredad implica la aceptación de la diferencia que el otro es.


En el título de este artículo planteo la duda acerca de si se puede ser individualista, negador del cambio climático y defender a los animales o decir que se ama a los animales. La duda se refiere, por supuesto, a nuestro actual presidente Javier Milei, que “parece” amar a los animales porque ha colocado la cabeza de cinco perros en su bastón presidencial, y exhibe una narrativa cuasi mística de su vínculo con sus animales de compañía, vivos y muertos. En primer lugar, sostengo que quien mantiene una posición individualista ya parte de la base de que no le importa el otro, ningún otro, o bien le importa en un segundo lugar o, como dice Marx, en su idea de las “pequeñas y grandes robinsonadas”, para utilizarlo en beneficio propio. Porque cuando la ley de la propiedad de lo propio se erige como el basamento de la libertad o del modo de ser del existente humano, no existe lugar para el otro (otro que es otro justamente porque no puede ser apropiado). Por eso el otro que no se puede homologar a lo propio, en los discursos individualistas es denostado, insultado, mancillado y cancelado (y últimamente, encarcelado). El animal es más otro que cualquier otro existente humano, y en ese sentido tal vez sea la figura de la alteridad por excelencia.


Cuando pensamos en los problemas del cambio climático, estamos pensando en el sufrimiento de vidas humanas, pero también de todas las otras formas de vida del planeta. Cuando pensamos en el cambio climático, nos sentimos acomunados a todo(s) lo(s) viviente(s). Los negadores del cambio climático desconocen muchas cuestiones (los efectos del modo en que el capitalismo se adueña y explota del resto de lo viviente y lo no viviente, por el interés en la ganancia por la ganancia misma), pero sobre todo desconocen que existe la otredad: los millones de vidas animales sometidas a exiliarse de sus hábitats naturales por deforestación, creación de barrios privados, asentamientos humanos por agronegocios o incendios de bosques; los otros millones de vidas animales hacinadas en la producción intensiva de carne, leche y huevos; los animales cazados por deporte o tráfico ilegal, y junto a esas vidas animales, las vidas humanas que como consecuencia de todas estas prácticas están sometidas a trabajar en condiciones indignas o de esclavitud, o a emigrar de sus hábitats a la gran urbe, para hacinarse. El cambio climático no es un capricho del planeta tierra (“qué clima loco”, se dice a veces), sino la consecuencia directa y necesaria del modo en que el capitalismo ha convertido a la así llamada “naturaleza” en ganancia, y ha considerado que toda vida es explotable, y valiosa solo en tanto redituable. Negar el cambio climático es negar el valor de la vida de todo lo viviente, y pensarla solo como instrumento para los propios intereses.


En una situación cultural en la cual se propugna la idea del mercado liberador de las posibilidades de los individuos, una de las preguntas a realizar es si pueden existir “posibilidades” que no piensen en el otro, de manera directa, concreta y específica: el otro que carece de alimentos, de vivienda, de trabajo, el otro (humano o animal) que sufre por la crueldad de los mecanismos de acumulación de ganancias que genera el capitalismo, el otro que no logra ninguna posibilidad en un mercado que le niega lo básico para poder subsistir. De todos esos otros (otros animales humanos, otros animales) el capitalismo no se interesa salvo para usufructuarlos en función de la ganancia.


Vuelvo, entonces, a la pregunta del subtítulo, y la contesto en referencia a Perón: preocupado por el cambio climático, los animales y la justicia social, estaba preocupado por el otro. Si se niega el cambio climático, se rechaza la justicia social, y se denosta e insulta a los otros que no piensan como uno, es difícil creer que se ama a los animales.

1. https://www.labaldrich.com.ar/wp-content/uploads/2013/03/Mensaje-Ambiental-de-Juan-Domingo-Per%C3%B3n-a-los-Pueblos-y-Gobiernos-del-Mundo-%E2%80%93-Madrid-1972.pdf
2. Véase, al respecto, el excelente y bien documentado libro de Silvia Urich, Los perritos bandidos. La protección de los animales de la ley Sarmiento a la ley Perón, Buenos Aires, Buenos Aires, Catálogos, 2013.
3. https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-2786-283995
4. https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-14346-153011/texto

Agosto 2024  |   Categoría: Artículo

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